El por qué

Después de mucho resistirme, me abrí a otra herramienta para contactarme con mis semejantes, trataré de ser constante y publicar sólo textos propios.
La idea es presentar una visión crítica y artística de las cosas, el humor será generalmente negro, advertencia a la gente grave.
Si le gusta, comente, si no le gusta también, se agradece la crítica.

martes, 29 de marzo de 2011

R.I.P.

En mi tumba
quiero una laguna,
3 peces de colores
y una placa
con mi nombre.

Con la laguna
me aseguro
diferenciarme de todos
y no parecerme a ninguno.

Los peces son
un recordatorio
y para alimentarlos
una obligación de visita.
Y la placa con mi nombre
es para que no me olvides,
para que recuerdes al orate
que quiso descansar como vate
bajo una laguna,
con 3 peces y sin urna.

El color de los peces no importa.


J.P.P.U.  marzo 2011

jueves, 17 de marzo de 2011

Eterno Mientras Dure


Te mentiría
si te jurara
amor eterno, el oro y el moro,
no puedo.
Y sería
muy tonto si dejara
que por eso
te me fueras lejos.

Amor no queda en mí
y el oro, cuando hay, me lo gasto.
Mas no pienses
que este viejo trasto
carece de otros encantos.

Te ofrezco una gran noche
en la que quepa una vida
bailes, buenos tragos
y para el bajón, comida.
Los besos que te tengo
no de tiernos
ni de suaves,
más bien frescos
y pasionales
los vas a recordar,
y las caricias
con uñas y dientes
recorrerán tu piel impacientes
y te van a marcar.

¿Amor por siempre?
NO
Pero hasta que el alba asome,
un eterno amor.


J.P.P.U. marzo 2011

viernes, 11 de marzo de 2011

El Tulipán


Cuentan que una princesa
en la gloriosa Bizancio
gustaba de mirar la luna,
reflejada en un charco.

De su cama en las noches
solitaria se alzaba,
y en el balcón, silente,
erguida esperaba.

Las estrellas al verla
 titilaban suavemente
así, en su propio idioma,
 saludan a la gente.

A veces pasaba horas
Esperando a que la Luna
Subiera hasta el cénit
Y se reflejara en la laguna.

En esa época lejana
De caballeros andantes
No se usaba sombrero,
Sólo un gran turbante.
La princesa vanidosa,
Siempre a la última moda
Sujetaba con un rubí
Una suave tela mora.

Con el paso de los años
Guerras, invasiones, cruzadas.
La princesa hubo de escapar.
A heredades pacificadas
Donde poder reposar.

Cuando la princesa regresó
A su casa, ya mayor,
Encontró una dulce flor
Que adornaba su balcón.

La flor era sencilla
Única, bella, espigada
Con una simple corona
Que el turbante recordaba

Era este el regalo
que sus amigas le tenían
Las estrellas y la luna
esperaban su venida.


J.P.P.U. diciembre de 2009

jueves, 10 de marzo de 2011

Angie¿?


(Recomiendo escuchar Angie, en bossanova al leer esta entrada)

¿Has tenido alguna vez una herida que parece que nunca va a sanar?

Me acuerdo que me pasó una vez, cuando era bien chico, me debo haber caído o algo y me hice una herida en la rodilla, no muy profunda, era más bien un raspón que una herida (abrasión me soplan que se llama). Como sea. Era casi tan grande como la palma de mi mano y sangraba por varios puntos. Recuerdo que tenía que levantar la costra para limpiar el pus, lo hacía cuando me bañaba y la costra estaba más suave. Cuando iba a misa, en la Consagración, cuando hay que agacharse, me arrodillaba en una sola pierna. No sé bien cuanto tiempo tuve la rodilla herida, pero ciertamente recuerdo haber pensado cómo sería pasarse toda la vida con esa herida ahí.

Ahora tengo un problema parecido, claro que no es corte ni raspón ni abrasión, es la molestia de haberme pegado una cagada. No haber solucionado un problema y finalmente quedarse con ese gusto desagradable del trabajo inconcluso. Por supuesto que hablo de una mujer, era una chica algo menor que yo con la que estuve saliendo (harán ya unos 10 años) mientras yo pololeaba con otra, por supuesto ninguna de las dos lo supo. Nos veíamos en el colegio, nos saludábamos, hablábamos un par de palabras y nada más. Luego, en la tarde después de clases la iba a buscar a su casa, creo que sólo una vez me invitó a pasar, nunca conocí a su familia, tampoco le presenté a la mía, no proyectamos nada. Era todo súper simple: ella y yo, caminando por la calle, mirando el lago, disfrutando de la compañía mutua. A estas alturas no me acuerdo ni de su nombre, es más, estoy seguro de que si la viera en la calle no la reconocería, debe haber cambiado tanto. Lo último que supe de ella es que “parece” que estudia en Conce, “parece” que Arquitectura, “parece” que ya no vive en la misma casa…..

Ya es todo tan vago que perdí toda esperanza de verla otra vez. Sólo me queda el recuerdo de la textura de su espalda y la cintura mejor torneada que he tenido alguna vez en mis manos y una caminata por un bosque, en la noche, los dos abrazados y alumbrados por una vela.

Srta Angie, fue un placer.


P.S.:   Y pasó lo mismo que yo decía. Ayer la vi, creo que la vi… no, estoy seguro que era ella. Iba yo caminando y venía de frente, le di una mirada, preguntándome “¿Quién es ella? Estoy seguro que la conozco” ella también me miraba. Aparté la vista y no pude evitar volver a mirar “¿Quién es?”, ella seguía mirándome. Pasamos y seguí caminando, 10 metros, quince… “ES ELLA!!” me volví, esperando tontamente que ella hiciera lo mismo. Haberle gritado ¡ANGIE!! Había sido demasiado dramático, no fui capaz de hacerlo. Y perdí la última oportunidad, hoy no la vi en todo el día y eso que pasé 8 veces por esa misma cuadra.


J.P.P.U. febrero 2011