Te mentiría
si te jurara
amor eterno, el oro y el moro,
no puedo.
Y sería
muy tonto si dejara
que por eso
te me fueras lejos.
Amor no queda en mí
y el oro, cuando hay, me lo gasto.
Mas no pienses
que este viejo trasto
carece de otros encantos.
Te ofrezco una gran noche
en la que quepa una vida
bailes, buenos tragos
y para el bajón, comida.
Los besos que te tengo
no de tiernos
ni de suaves,
más bien frescos
y pasionales
los vas a recordar,
y las caricias
con uñas y dientes
recorrerán tu piel impacientes
y te van a marcar.
¿Amor por siempre?
NO
Pero hasta que el alba asome,
un eterno amor.
J.P.P.U. marzo 2011
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