En un principio
fui de mis padres.
-Te presento al hijo de...
-Te conozco,
eres hijo de...
Hasta que me revelé
y reclame mi nombre.
Después pasé a ser della,
hasta que se fué,
luego vino otra que
se atrevió a escribir MIO
por toda mi piel.
También se fué
¿De quién soy, sino mio?
¿Acaso no es mejor ser
dueño propio y no de otro,
Para mi mayor valer?
Vale más ser dueño propio
de mis ideas y mi saber
que ser esclavo de otro,
que eche todo a perder.
J.P.P.U. febrero 2010
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